Siete meses después de la tragedia del Jet Set: heridas abiertas y búsqueda de justicia

Por Ariel Cabral.

Santo Domingo. Este sábado se cumplen siete meses de la tragedia del Jet Set, el colapso del techo de uno de los centros de diversión más emblemáticos del país, que dejó un saldo estremecedor: 236 muertos y más de un centenar de heridos, en su mayoría jóvenes que asistían a un concierto la noche del 8 de abril de 2025.

Lo que prometía ser una velada de alegría se transformó en un escenario de horror. A las 11:47 de la noche, según los reportes oficiales, una parte del techo cedió repentinamente, arrastrando consigo la estructura completa del edificio. Decenas de personas quedaron atrapadas entre los escombros, mientras los equipos de socorro trabajaban sin descanso durante más de 36 horas para rescatar sobrevivientes y recuperar cuerpos. La magnitud del desastre paralizó al país entero.

Dolor que no cesa

Siete meses después, las heridas siguen abiertas. El recuerdo de aquella noche continúa marcando a familias enteras que perdieron hijos, padres y amigos. En redes sociales y espacios públicos, los deudos han organizado vigilias, eucaristías y actos conmemorativos para mantener viva la memoria de las víctimas y reclamar justicia.

“Cada día que pasa sin respuestas es un golpe nuevo”, dice María Elena Gómez, madre de una joven universitaria de 23 años. “No queremos venganza, queremos verdad, que quienes fueron responsables den la cara ante la justicia”.

El sentimiento es compartido por decenas de familias que aún esperan indemnizaciones, informes técnicos completos y sanciones proporcionales a la magnitud del daño.

Investigación y proceso judicial

El Ministerio Público presentó en octubre pasado una acusación formal contra los hermanos Maribel y Antonio Espaillat, propietarios del Jet Set Club, así como contra varios ingenieros y técnicos vinculados a remodelaciones estructurales realizadas meses antes del colapso.

El expediente los señala por homicidio involuntario, golpes y heridas, y violaciones a los artículos 319 y 320 del Código Penal dominicano. Según el Ministerio Público, el techo presentaba daños estructurales detectados desde hacía varios años, sin que se adoptaran medidas correctivas ni se suspendieran las actividades masivas.

De acuerdo con los peritajes, la estructura había sufrido alteraciones en su diseño original, carecía de refuerzos adecuados y operaba sin certificaciones vigentes de seguridad. “Se priorizó el lucro por encima de la vida humana”, afirma un fragmento del documento acusatorio.

El caso se encuentra actualmente en la fase preliminar ante el Tribunal de Atención Permanente del Distrito Nacional, donde la Fiscalía ha solicitado medidas de coerción y apertura a juicio.

Un país en duelo

El impacto emocional del suceso traspasó la capital. El país entero vivió días de duelo nacional, y artistas, comunicadores y líderes religiosos unieron sus voces en solidaridad. La tragedia cobró la vida de figuras reconocidas, entre ellas el veterano merenguero Rubby Pérez, cuya pérdida provocó una oleada de homenajes y tributos póstumos.

La escena musical, que aquella noche vibraba al ritmo de aplausos y luces, se convirtió de repente en un símbolo de fragilidad y desconsuelo. Desde entonces, se han multiplicado los llamados a revisar las condiciones de seguridad en discotecas, estadios y centros de espectáculos.

Entre el recuerdo y la esperanza

Hoy, el edificio del Jet Set permanece cerrado, bajo custodia judicial. En su fachada, las flores, las velas y las fotografías colocadas por los familiares componen un santuario improvisado, testimonio silencioso de la ausencia.

“Han pasado siete meses, pero para nosotros el tiempo se detuvo aquel día”, expresa un padre que visita cada semana el lugar donde perdió a su hijo. “Seguiremos aquí, hasta que se haga justicia y hasta que sus nombres no se borren de la memoria del país”.

Mientras el proceso judicial avanza, el eco de aquella tragedia sigue recordando una lección dolorosa: que ninguna fiesta debería terminar en luto, y que la justicia, aunque tarde, es la única forma de devolverle sentido al duelo colectivo.

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