Avances en la remediación ambiental transforman antiguos pasivos mineros en áreas productivas

La recuperación ambiental de antiguos pasivos mineros en la provincia Sánchez Ramírez avanza con inversiones millonarias y resultados visibles que ya impactan en la calidad de vida de las comunidades, según datos presentados en foros técnicos organizados por el Instituto Dominicano de Recursos Hídricos (INDRHI) y reportajes especializados publicados en múltiples medios de comunicación.

Uno de los casos más relevantes es la presa de colas Mejita, que en su momento quedó contaminada tras el fin de las operaciones de Rosario Dominicana. De acuerdo con informaciones publicadas en medios especializados, en esa instalación se han invertido 75 millones de dólares para reducir la presencia de drenaje ácido y devolver estabilidad al ecosistema. Actualmente, la zona funciona como hábitat para aves migratorias, lo que especialistas consideran un indicador de recuperación ambiental.

El proceso de cierre de presas de colas sigue protocolos internacionales descritos en materiales técnicos de la minera Pueblo Viejo y en documentos de organismos reguladores. Estos protocolos incluyen el drenaje y tratamiento de aguas, la compactación de colas, la cobertura con capas de material rocoso y suelo orgánico, y la integración paulatina con el entorno natural. Dichos pasos permiten que las áreas intervenidas puedan ser utilizadas posteriormente como tierras productivas, parques recreativos o bosques tropicales.

La rehabilitación también se extiende al río Margajita, afluente de la presa de Hatillo. Según lo explicado en una conferencia del INDRHI en marzo de 2024, las labores de saneamiento han permitido desarrollar un proyecto de acuicultura que produce unas 22 toneladas anuales de tilapia y trucha. Esta actividad beneficia a 32 familias locales, que hoy abastecen con su producción a restaurantes y mercados de la provincia.

Además de la remediación ambiental, en los últimos 12 años se han impulsado más de 700 proyectos sociales en comunidades cercanas a la mina, con una inversión estimada en US$55 millones. Los programas abarcan desde la capacitación técnica de jóvenes y mujeres hasta proyectos agroproductivos, educativos y de apoyo a pequeños emprendedores.

El modelo aplicado en Sánchez Ramírez opera bajo normas internacionales de gestión ambiental, como la certificación ISO 14,000 y los Estándares GRI, según reseñan los informes corporativos y el seguimiento de la prensa especializada. Estas prácticas incluyen monitoreos periódicos de agua, aire y ruido en coordinación con instituciones académicas como el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC).

Los avances, documentados por organismos estatales, las antiguas áreas de impacto minero comienzan a integrarse a un esquema de sostenibilidad que busca equilibrar la actividad económica con la protección de los recursos naturales y el bienestar de las comunidades.

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