Santo Domingo. Este 1 de septiembre se cumplen 119 años del nacimiento de Joaquín Balaguer Ricardo, figura clave de la historia contemporánea dominicana. Político, intelectual y escritor prolífico, su legado combina luces y sombras, y aún hoy provoca intensos debates sobre su papel en la República Dominicana.
Nacido en 1906 en Villa Bisonó (Navarrete, Santiago), Balaguer se formó como abogado y cultivó con pasión la poesía, el ensayo y la historia. Autor de más de medio centenar de libros, su obra literaria y académica le otorgó un prestigio que trascendió la política, consolidándolo como referente cultural.
En el plano público, inició su carrera en los años treinta, ocupando cargos diplomáticos y ministeriales bajo la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. En 1960 asumió la presidencia, aunque entonces se le percibía como prolongación del régimen trujillista. Su verdadera consolidación llegó en 1966, cuando, tras la guerra civil de 1965 y la intervención militar estadounidense, fue elegido presidente. Desde entonces gobernó tres períodos consecutivos hasta 1978, y regresó nuevamente al poder entre 1986 y 1996, ya en su vejez y con problemas de salud.
Su impronta transformó el país: carreteras, presas, escuelas, hospitales y viviendas marcaron una época de modernización, aunque bajo un estilo de gobierno caracterizado por el control férreo, la represión política y la limitación de libertades democráticas. Para unos, fue un estadista visionario que consolidó la estabilidad y el desarrollo; para otros, un caudillo autoritario que obstaculizó el avance democrático.
Como mecenas cultural, impulsó la preservación del patrimonio histórico y fomentó la identidad nacional desde la literatura y la arquitectura. Falleció el 14 de julio de 2002, a los 95 años, dejando una herencia tan vasta como controvertida.
A más de un siglo de su natalicio, Joaquín Balaguer sigue ocupando un lugar central en la memoria política y cultural del país, símbolo de un tiempo que aún divide opiniones y pasiones.
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