Por Olga María Guzmán Ruiz.
A propósito de la experiencia vivida en San José, Costa Rica, durante el VI Congreso Internacional de Justicia Restaurativa y Terapéutica, donde tuve la oportunidad de compartir buenas prácticas con países de Latinoamérica y el Caribe, es propicio resaltar la importancia de decir sí a una justicia más humana y transformadora.
La justicia restaurativa y terapéutica nos invita a pasar del castigo a la comprensión, de la sanción a la sanación. Nos recuerda que detrás de cada infracción existe una historia que merece ser escuchada y una persona con la capacidad de cambiar.
En el caso de los adolescentes en conflicto con la ley, este enfoque representa una verdadera oportunidad de reinserción, aprendizaje y esperanza. No se trata solo de reparar el daño, sino de reconstruir vidas y fortalecer comunidades.
El modelo tradicional, centrado en la punición, no ha generado resultados verdaderamente efectivos. Por eso, apostar por una justicia restaurativa y terapéutica es creer en la dignidad humana, en la empatía y en la posibilidad de transformación.
Decir sí a la justicia restaurativa y terapéutica es decir sí a una justicia con rostro humano; una justicia que sana, que educa y que reconcilia.
La autora es
Jueza Miembro de la Corte de Apelación de Niños, Niñas y Adolescentes
Departamento Judicial de San Cristóbal, República Dominicana.














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