Washington. La ofensiva antidrogas impulsada por el gobierno de Estados Unidos en aguas del Pacífico Oriental volvió a dejar un saldo mortal este fin de semana, con la muerte de seis personas durante dos ataques a presuntas lanchas utilizadas para el tráfico de narcóticos. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, informó este lunes que las operaciones se ejecutaron el domingo contra dos embarcaciones “que transportaban narcóticos”, cada una tripulada por tres hombres. “Los seis murieron. Ninguna fuerza estadounidense resultó herida”, publicó el funcionario en su cuenta de X (antes Twitter).
De acuerdo con el Pentágono, los bombardeos se llevaron a cabo en aguas internacionales como parte de la campaña militar ordenada por el presidente Donald Trump, cuyo objetivo es desarticular organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico y catalogadas por Washington como “terroristas”. Según la versión oficial, los servicios de inteligencia habían identificado previamente las embarcaciones como parte de una red de contrabando que opera en rutas marítimas del Pacífico, consideradas corredores claves para el transporte ilícito de estupefacientes.
Con estas nuevas acciones, el número total de fallecidos asciende a 76 desde que comenzó la polémica operación militar en el Pacífico y el Caribe. Hasta el momento, ninguna de las incursiones ha provocado bajas entre las fuerzas estadounidenses, según precisó el Departamento de Defensa.
La administración Trump defendió la legitimidad de la ofensiva, asegurando en un comunicado que las operaciones buscan “proteger la patria y eliminar a los narcoterroristas que amenazan la seguridad del país y de su pueblo”. Sin embargo, varios gobiernos latinoamericanos y organizaciones internacionales han expresado preocupación por la falta de transparencia en el uso de fuerza letal en aguas internacionales, así como por la ausencia de mecanismos de supervisión judicial que garanticen el respeto al derecho internacional y a los derechos humanos.
Mientras tanto, las repercusiones locales de la campaña estadounidense se hacen sentir a lo largo de la costa venezolana. En el estado Sucre, las poblaciones pesqueras de Güiria y Cumaná —separadas por unos 262 kilómetros— viven realidades contrastantes pese a estar afectadas por el mismo despliegue naval de EE.UU. En Güiria, un punto estratégico a pocos kilómetros de Trinidad y Tobago y donde se denuncia la presencia activa de grupos de narcotráfico, pescadores y comerciantes consultados por EFE afirman que la presencia de embarcaciones militares ha generado temor, afectado la actividad pesquera y alterado la economía local. En Cumaná, en cambio, los trabajadores del mar reconocen que su faena también se ha visto afectada, aunque atribuyen la caída de la producción principalmente a la escasez de gasolina, que limita la salida regular de las embarcaciones.














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