Santo Domingo.– El arzobispo coadjutor electo de Santo Domingo, monseñor Carlos Tomás Morel Diplán, presidió una solemne misa de acción de gracias con motivo del 89 aniversario del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, figura señera del catolicismo dominicano y arzobispo emérito de la capital.
La eucaristía, celebrada en la residencia del purpurado, reunió a sacerdotes, familiares y allegados, así como al obispo electo de la nueva Diócesis Stella Maris, monseñor Manuel Antonio Ruiz de la Rosa, quien resaltó el testimonio, la entrega pastoral y la impronta histórica del homenajeado en la vida eclesial del país.
El acto litúrgico coincidió con la reciente designación de Morel Diplán como arzobispo coadjutor con derecho a sucesión, nombramiento realizado por el papa León XIV, con el propósito de garantizar una transición ordenada en la arquidiócesis primada de América. El nuevo cargo le otorga la responsabilidad de suceder automáticamente al arzobispo metropolitano, monseñor Francisco Ozoria, cuando la sede quede vacante, un hecho que no se registraba en la jerarquía dominicana desde hace más de medio siglo.
En su homilía, Morel Diplán expresó que la celebración fue una manifestación de gratitud “por la vida, el testimonio y el servicio pastoral del cardenal López Rodríguez, quien ha sido pastor, guía y padre espiritual para varias generaciones de dominicanos”.
Nacido el 31 de octubre de 1936 en Barranca, La Vega, el cardenal López Rodríguez fue ordenado sacerdote en 1961 y cursó estudios de posgrado en Roma, donde obtuvo un doctorado en Ciencias Sociales en la Pontificia Universidad Gregoriana.
Fue nombrado obispo de San Francisco de Macorís en 1978 y, tres años más tarde, arzobispo metropolitano de Santo Domingo, ministerio que ejerció durante 35 años con firme liderazgo pastoral. En 1991, el papa Juan Pablo II lo elevó al cardenalato, reconociendo su trayectoria y su compromiso con la Iglesia en América Latina.
Tras su renuncia aceptada por el papa Francisco en 2016, López Rodríguez continúa siendo una voz respetada y una referencia de autoridad moral dentro del clero nacional.
Con esta eucaristía, la Iglesia dominicana no solo celebró la vida del cardenal, sino también el inicio de una nueva etapa pastoral marcada por la continuidad, la fidelidad al Evangelio y la unidad del pueblo de Dios bajo la guía del arzobispo coadjutor Morel Diplán.












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